martes, 15 de marzo de 2011

Ceci n'est pas un post, sentiments sont...

Me costo encarar este texto, lo esquive, lo deje para lo ultimo en una lista extensa de postergables, la razón de ese accionar es simple, siempre gambeteo a mis sentimientos cuando estos me encaran de frente, cuando me interpelan, y esto amigos no es un post de análisis, es un post de puros sentimientos.

Que 80mil, que 100mil, que los encolumnados, que los independientes, que los Peronistas, que los Progresistas, que los de siempre, que los nuevos, todo eso junto y yo solo pensando en que estoy caminando por la avenida Jujuy abrazado a mi Madre, el mar de militantes avanza, la oleada de compromiso nos abraza a los dos, y mi mente se llena de palabras escuchadas en charlas políticas sobre la mesa de mi casa de la infancia, porque mi familia siempre estuvo ligada al Peronismo, mi Madre siempre estuvo ligada desde que a sus jóvenes catorce años abandono su casa y se refugio en la casa de una tía porque mi abuelo le había dicho que bajo su techo no podía vivir ningún Peronista, justo a ella, que gracias a los militantes del barrio, los de la resistencia, había conocido Sierra de la Ventana, su primer viaje fuera del barrio.

Ahí estamos los dos, y yo trato de recordar cuando fue la última vez que cantamos la marcha juntos, y me viene la imagen de estar sobre los hombros de alguien, no debo tener mas de 8 años, vaya si paso tiempo. Pero ahora estamos caminando juntos rumbo a Huracán, ella, la que me llena de orgullo, la que se cargo al hombro una familia, la mejor ministro de economía y educación hogareña que se puede soñar, ella, mi madre, mi espejo, marcha junto a mi, marcha junto a mis amigos y amigas, charla con ellos, se ríe con ellos y con miles de jóvenes, la miro y la veo joven, con ganas, feliz porque la militancia te rejuvenece, te hace sentir parte de algo mas grande, te hace sentir vivo.

Miramos las tribunas, cantamos el Himno, escuchamos a La Militante que nos gobierna, nos emocionamos, cantamos la Marcha, juntos, hombro a hombro, se me estruja el alma, y quiero cantar a los gritos, no puedo, la emoción me gana y trato de esquivarla pero ya es tarde.

Nos vamos, el acto termino, estamos cansados pero caminamos contentos, emocionados, comprometidos con el proyecto, me voy a tomar algo con mis compañeros, mi madre me manda un msj de texto “pase una hermosa jornada militante”, sonrió y me refugio en unos brazos compañeros para ocultar que estoy al borde del llanto…


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